domingo, 16 de noviembre de 2008
El cisne negro
Por Paul Mac Manus y Daniel Manzano,que son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi):
La reciente traducción al español del último libro de Nassim Nicolas Taleb, El cisne negro, aparecido en inglés a inicios de 2007, tiene pinta de convertirse en referencia apropiada para la actual crisis crediticia.
Para Taleb, libanés, buen conocedor de los mercados financieros, aficionado a las matemáticas y provocador analista del comportamiento humano y de los mercados, dicho título identifica metafóricamente la ocurrencia de sucesos altamente improbables (pero posibles), con impacto extraordinario y muy adverso en el curso de la historia financiera y/o no financiera.
Aun siendo conscientes de la posible aparición de cisnes negros (crisis bursátiles de 1929 y 1987, colapso del hedged fund LTCM tras la crisis rusa...), los agentes protagonistas en los mercados muestran regularmente una incapacidad manifiesta para siquiera haber considerado anticipadamente tales eventos.
La publicación el miércoles por la Financial Services Authority (FSA), el macrosupervisor británico, de una nota con un mea culpa explícito por su actuación (léase falta de actuación previa) en el reciente rescate del Banco Northern Rock, es expresivo no ya de esa incapacidad de anticipación, sino siquiera de una previa evaluación de tal posibilidad, en el contexto de crisis de liquidez que ya se cernía desde mediados de 2007.
No lo ha sido menos la posterior transformación de esa crisis de liquidez en crisis de crédito y el estrangulamiento y distorsión de los mercados con una enorme ampliación de los spread de todos los títulos representativos de deuda mucho más allá de las propias titulizaciones de las hipotecas subprime americanas, que, junto al extraordinario y simultáneo desarrollo de estructuras financieras y derivados de crédito, han constituido el origen de la crisis.
En fin, el reciente rescate del agresivo banco de inversión estadounidense Bearn Stearns y la intervención de la Reserva Federal, que esta misma semana ha tenido que innovar convocando una subasta, no ya para suministrar liquidez, sino para canjear papel dañado por bonos del Tesoro con el fin de que al menos empiecen a emerger precios explícitos que faciliten una cierta activación de mercados hoy cerrados, son claros exponentes del alcance de una crisis financiera cuya duración y desenlace no es fácil de pronosticar. Lo que si parece estar más claro es su calificación de cisne negro.
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